Se nos fue un hombre. Santiago Carrillo
Uno no podría afirmar nada que no sienta, sería ridículo hacerlo, creo yo, pero utilizándolo para esta ocasión se podría decir que a estas alturas, Santiago Carrilo estará poniendo al día al ex-ministro, Ernest Lluch, de tanta locura como acontece en estos momentos aquello por lo que ellos, aunque desde distintas ideologías, un día no muy lejano estuvieron luchando: Por la democracia.
Es triste reconocer que a de ser la muerte la que sitúe a cada cual en el lugar quer merecidamente les corresponde; claro, porque a las personas, estando en vida, no es posible hacerlo con tanta hipocresía como la existente sobre nuestra piel de toro.
Santiago Carrilo no tiene (maldita la gracia) razón para justificar su vida ante nadie y por nadie, luchó por un ideal y a estos nadie los puede situar ante el paredón.
Precisamente esta mañana y en una reconocida emisora de radio, entrevistaban para la ocasión, a los hijos de Adolfo Suarez y a Jorge, creo que se llama, un hijo de Santiago Carrillo. Ambos, reconocían tener un gran aprecio a su figura que junto a otros grandes políticos de la época se significaban por, desde unas ideologías totalmente contrapuestas, el amor a España que siempre sintieron desde lo más profundo de su ser. Siempre procuraban, en su relación con todos los que les rodeaban, alcanzar la talla personal por ellos perseguida.
Nada tiene que ver la defensa de sus ideales para profesarse un inmenso respeto entre las personas, cosa que ambos solían hacer muy a menudo, por no decir que siempre, aunque si, creo que así llegaría a resultar.
Es paradójico que en estos momentos de tan duro trance para su familia, algunos quieran decir lo contrario de lo que sienten. Realmente es deleznable por cuanto que resulta ser de una total hipocresía hacerlo. Aunque no lo vamos a juzgar aquí y ahora, hemos de reconocer que se tratan de supuestos que la mente nos torpedea y que podrían ser distintos en la realidad. Quienes si entren dentro de él, decirles que nadie se lo va agradecer pues nadie lo podría llegar a suponer. Allá ellos con sus conciencias.
Nosotros sentimos la ausencia de un caballero que vivió conforme a sus ideas y que fue capaz de poner en práctica algo que a muchos políticos de ahora se les olvida a diario: la tolerancia y la comprensión de los problemas colectivos. De ser así, otro gallo nos cantaría.
D.E.P. quien en sus tiempos hizo posible, junto a otros dos caballeros, instaurar la democracia que gozamos en la actualidad, aunque algunos se empecinen en llevarles la contraria.
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Fabricó la España que no quería
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MATÍAS VALLÉS
El tabaco me está matando tan lentamente que a veces me aburro un poco". Así hablaba Santiago Carrillo con 88 años, las cajetillas ya pueden incluirlo en la lista de víctimas. De no fumar, habría podido vivir hasta los 110. Es el entrevistado más despierto que he conocido, una impresión personal con traslación política. A través del teléfono, era innecesario repetirle o precisarle ninguna pregunta. Respondía de inmediato, pausado pero sin pausas. Los síntomas de alguien que conoce perfectamente su papel en la Historia.
Carrillo ha muerto en plena juventud tabaquista, vistos los odios que todavía suscita entre los integrismos de derecha a izquierda. Es mucho más joven que Cayo Lara, desde luego. Mientras los ultraconservadores insisten en Paracuellos, desaparece el hombre que más hizo por la España que no quería. Ni leninista, ni marxista, ni siquiera republicana. Una monarquía probablemente neoliberal. Carrillo fabricó un país radicalmente distinto al que predicaba, enemistándose durante el proceso con sus seguidores, pero granjeándose el respeto de la mayoría silenciosa. Cabría achacar oportunismo al viejo león con melena de quita y pon. Sin embargo, en este momento se interpone la imprescindible entrevista que le realizó Oriana Fallaci en 1975, estertores de Franco:-¿Y si el referéndum que usted sugiere, señor Carrillo, diera la victoria a la monarquía?-Paciencia. Si el pueblo se decide por la monarquía, haremos política con la monarquía. Nunca me he opuesto a la voluntad popular.
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