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Existen momentos luctuosos como los que mi buena amiga Mariángeles acaba de referir, en los que nos hace pensar que en esta vida resulta mejor saber que estamos de paso, que más tarde o temprano nos visitará la parca y entonces todo habrá terminado. Esta entrada anterior me ha hecho pensar en lo que podría haberme ocurrido y que por suerte he podido sortear con una pequeña fortuna, no material que de eso nada, sino adquirida todavía no sabes como pero que logra darte una segunda oportunidad que quizás sea la única. Todavía no sabemos la suerte que algunos hemos alcanzado. Para bien o para mal, pero al fin y al cabo por contarlo, ya que hoy estamos aquí donde otros quisieran estarlo.
Hace algo más de tres años que me visitó inoportunamente un ictus, acompañado del síndrome de cautiverio, con lo que se me llegó a diagnosticar tetraplejia que me afectaba la musculatura desde la cabeza hasta los pies. Es decir, paralítico total ya que ni un solo músculo obedecía mis órdenes cerebrales, a no ser las neuronas que me mantenían totalmente lúcido, del resto ni caso. Rodeando mi cama más de siete galenos disputando mi futuro que no resultaba nada halagüeño. Incluso llegaron a preparar a mi esposa, hijos y demás familiares a que un día, más bien cercano, se despidieran de mí. Y yo presente en aquella consulta sin poder decir nada, ya que mi síndrome unido a la traqueotomía, practicada para adquirir un poco de aire, me lo impedía. Para escucharlo era todo oídos, pero ausente la palabra, todo por medio de signos que realizaba con el movimiento de mis párpados. Si no, si no... y gracias.
Por eso hoy que felizmente estoy recuperado con mayor fortuna de la esperada inicialmente, en ocasiones siento flipar en colores como cuando escucho en los informativos de la televisión, al reciente ¿portavoz? del PP, decir que algunos partidos se están aprovechando de la corrupción cuando en el suyo jamás se podrá decir que ni uno solo de ellos ha resultado sentenciado... claro, unos ya han prescrito, otros buscan lo propio utilizando sus tiquiñuelas, de algunos se ha olvidado, de otros mejor no hablar de sus resultados. ¿Que me dice este sr.? ¿acaso es otro de los muchos cínicos puestos al servicio de la desinformación?... Mejor que se callara y de ese modo podría llegar a evitar su ridículo, al menos no sería tachado de indecente, pues indecente es hablar de cosas que toda la gente da por hechas, casi probadas, y que unos descerebrados tratan de ocultar, como lo hace el calamar cuando se ve en peligro, que tira su tinta para ocultarse de su peligro.
Hay ocasiones en que esta dicotomía resulta de lo más absurda, pues hablamos del más allá, comparando el más acá y te da vergüenza hasta de comprobar, que de este encadenamiento noticioso me quedo con el primero, al menos se puede hablar del cariño que uno siente por el amigo que se va. Distinto es cuando nos encontramos con unos esperpentos que no hay quien los haga marcharse ni a tiros. Eso resulta, todavía, mucho más que vergonzoso.
Y mientras su pueblo se muere de hambre, ellos por 3'50 € comen en el restaurante de la ¿Audiencia Nacional? que se subvenciona con nuestros impuestos.
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